"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano" (Isaac Newton)

martes, 27 de noviembre de 2012

Cambios




He pintado las paredes del blog con uno de mis colores preferidos. Color que relaja, relacionado con la espiritualidad, algo que últimamente echo de menos. Estoy tan ocupada en acumular conocimientos  que he dejado de lado el pensar en mi propio bienestar interno. Ahora todo son prisas, plazos que cumplir, archivos y bibliotecas que consultar y trabajos que redactar . Reclamo con esta remodelación del blog esa paz intensa que llegué a tocar de manera efímera hace unos cuantos meses...y que en algún momento volveré a recuperar.

viernes, 2 de noviembre de 2012

EL TIEMPO QUE PASA...

Tantos meses transcurridos sin escribir aquí... Ahora que otra vez caen las hojas recuerdo que esta página ha estado muy sola durante mucho tiempo, silenciosa y expectante. Se me ocurre pensar en los vaivenes de la vida y en que nosotros, pobres humanos, estamos a merced del destino, que unas veces elegimos y otras nos elige.
¿Qué hacemos aquí? ¿cuáles son los hilos que nos mueven? Hay momentos en los que la incertidumbre se cierne sobre la cordura, en los que cuesta creer en uno mismo y mantener la energía positiva.
El otoño es un buen momento para reflexionar, ya lo dije en alguna otra entrada, aunque a veces el pensar demasiado es contraproducente. El deseo y la realidad se confunden, nos confunden. Ahora sé que la verdad no es lo más importante, sobre todo porque todo lo que decimos o mostramos al mundo de nosotros mismos no es lo absoluto sino sólo una parte. A veces aventurarnos a ir más allá del otro para saber quien es nos aterra, nos acerca el precipicio; algunas otras lo que nos da miedo es mirar nuestros propios abismos....
Creo que es la última entrada tan personal que hago, a partir de ahora dedicaré este blog a la Historia, al Arte y a la Sociología.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

CICLOTIMIA ESTACIONAL


La ciclotimia estacional es una mal (o un bien, según se mire) que hace oscilar el estado de ánimo dependiendo de la estación en que nos encontremos. La primavera suele ser época de euforia, el verano de aletargamiento durante el día y actividad frenética en las últimas horas de la tarde, el otoño de regocijo y exaltación poética, el invierno de apatía. En el transcurso de un año podemos sacar de nosotros mismos todos los yoes que llevamos dentro, los afortunados que tenemos varios, eso sí, porque existen muchas personas de pensamiento rígido que difícilmente pueden pendular entre los distintos estados de ánimo. Pobres mortales estables, ¡qué aburridos!.

A mí me da por escribir en este blog cada vez que pasamos de estación: cambio el gadget y pongo la foto apropiada, y me enfrento al folio en blanco tratando de arrancar unas palabras a mi ajetreada imaginación, que anda siempre enredada en mil cosas al tiempo y apenas me da para airearla de cuando en cuando. Y se me retuerce dentro de puras ganas de salir y en días como hoy le digo: Vale, bien, hoy toca, no te apures, que hace apenas cuatro días que ya el calendario solar marcó el solsticio, eres un poco impaciente....

Desolador y triste invierno para aquellos que carecen de perspectivas o de ideas (infinitamente más triste para los que no tienen un hogar confortable donde cobijarse o una familia y amigos que le quieran y a los que querer). Para aquellos otros bienaventurados que reciben esta estación como un regalo de paz y de reflexión, el invierno puede ser muy productivo porque ¿qué puede hacerse en una tarde fría y lluviosa, o en medio de un temporal de nieve? Pues quedarte al lado del radiador o de la chimenea en tu casa e imaginar, pensar, contar historias, leer, escribir, estudiar...vivir hacia dentro, en definitiva.

Bienvenido sea este leve toque ciclotímico, aunque de aquí a la primavera espero volver a engancharme al folio en blanco :-)

sábado, 24 de septiembre de 2011

LOS COLORES DEL OTOÑO


El otoño invita a pasear por los parques y jardines para disfrutar de toda la gama de colores que tiñen las hojas. El color que creo más hermoso es el dorado de los tilos y el más triste el púrpura de los arces.
El otoño a veces es silencio y otras veces es canto de sirena, atracción hacia la niebla cerrada que esconde el abismo. Pero no siempre es tristeza, también se halla el placer de mirarse hacia dentro, de reflexionar, de meditar sobre quienes somos, de escuchar el repiqueteo de los buenos momentos vividos, como si fuera lluvia que salpica en los cristales de la ventana.
Nostalgia y otoño van de la mano junto a la melancolía, pero después de un largo verano de risas, luz y superficialidad qué estupendo poder volver a zambullirnos en la rutina y en el calorcito del hogar, sentados en nuestro sillón preferido leyendo un buen libro.
Entre los solsticios y los equinoccios prefiero estos últimos y con diferencia la estación en la que ayer entramos. Estoy deseando que mi jardín se vista de otoño.

sábado, 13 de agosto de 2011

DE LOS VIAJES






Viajar es un gran placer, creo que pocas personas pueden negar esta afirmación y si lo hacen es porque no han sido capaces nunca de descubrir la magia de los lugares que visitan. Yo tenía un profesor de Geografía que decía que hay personas que no viajan, que sólo se desplazan de lugar y a eso lo llaman viajar. Estoy de acuerdo, un viaje, para que sea productivo y placentero, ha de ser algo más que un mero desplazamiento entre dos puntos geográficos.

A mí me gusta bastante viajar pero no a cualquier parte. Tengo lugares proscritos: los trópicos y el desierto, fundamentalmente. En el primer caso se trata de una cuestión física (la hipotensión arterial), mi cuerpo no soportaría un clima tan cálido y húmedo; en el segundo sería una cuestión más psicológica, sentiría verdadera agorafobia sin un árbol bajo cuya sombra poder cobijarme. También me autolimito en cuanto al tema de la falta de libertad y la pobreza extrema, no iría a ningún país en el que se trate a las mujeres de manera vejatoria y donde carezcan de cualquier derecho, ni tampoco a aquellos países paupérrimos donde los turistas con poder adquisitivo se alojan en resorts de lujo mientras a los niños nativos se les comen las moscas, en estos casos ya se trata más bien de una cuestión de principios morales.



Me apetecen casi siempre los paisajes verdes y montañosos donde la bruma del amanecer envuelve pueblos y campos, lugares en los que, cuando el sol se hace un hueco entre las nubes, se ilumina un mar bravo que rompe en altos acantilados, donde el arco iris puede enmarcar con sus vivos colores un espeso bosque de hayas o robles.

Prefiero las pequeñas ciudades a las grandes urbes, aunque reconozco que entre estas últimas hay joyas maravillosas. Las prefiero así porque la gente que las habita es más auténtica, las costumbres de la región o del país están mucho más arraigadas y se recuerda más fácilmente el paso de la Historia con sus leyendas locales y su idiosincrasia. Es quizás esa pasión que siento por la Historia y el Arte por la que determinados países encabezan la lista de visitas o de deseos de visita, entre ellos por supuesto Italia o Grecia, aunque hay muchos más.

Hay países o regiones que aúnan todo lo que me gusta, coinciden en que allí las tribus celtas se asentaron con mayor profusión: Galicia, Asturias, Bretaña, Escocia, Irlanda......Siempre he dicho que de ser cierta la hipótesis de la reencarnación yo he debido vivir en alguno de esos lugares y en esa vida debí ser inmensamente feliz porque el simple hecho de escuchar el sonido de una gaita escocesa o bretona o gallega o irlandesa provoca que algo en mi interior se remueva, casi siempre con nostalgia.



A veces me pregunto si en un futuro muy futuro podremos elegir, más que el lugar al que desplazarnos (o teletransportarnos, que está mejor), el tiempo al que viajar. No tengo alma de exploradora por lo que las grandes aventuras de viajes espaciales para conocer nuevos mundos me traen un poco al pairo, yo voto porque se investigue en relación a poder desplazarnos en la dimensión tiempo y que luego poco a poco se perfeccionara añadiéndole la elección del lugar. Las películas en las que se inventa la máquina del tiempo me encantan lo que ocurre es que casi todas acaban fatal y no le sacan el partido que merece el invento.

Los viajes, al fin y al cabo, sean reales o imaginarios, hablan mucho de nosotros mismos, de nuestra personalidad, de nuestros sueños y esperanzas, de nuestras necesidades, del sentido de la propia existencia. Eso sí, siempre y cuando uno viaje por placer, por afán de conocimiento, por deseo de aventura y emoción, que no sea por esnobismo (lugares de moda), por dar envidia al vecino (cuanto más lejanos y exóticos, mejor) o por ostentación económica (que es una variedad del anterior pero en plan lujoso), en cuyo caso más que admirar o envidiar sanamente al viajero, le compadezco por su ser tan pobre de espíritu.

Otro día hablaré de los viajes imaginarios, que de esos hago diariamente unos cuantos :-):-)



lunes, 25 de abril de 2011

DIA DEL LIBRO


Los libros son un refugio, un lugar en el que repostar cuando nuestro carburante vital se agota, cuando queremos descansar de tanta realidad. Abrir un libro es abrir una puerta a la ilusión, a la aventura, a la pasión, a los dilemas existenciales que habitualmente guardamos en el inconsciente; también, y sobre todo, al conocimiento intelectual y emocional. Al intelectual porque muchos ensayos nos enseñan materias que desconocemos o que sólo conocemos a medias. Al emocional porque todos y cada uno de los libros nos hablan de nosotros mismos, de los seres humanos, de sus cualidades y sus defectos, de sus grandezas y sus miserias, de las limitaciones y de las superaciones. Todos y cada uno de los libros hablan de ti, de mí, de todas las personas que nos rodean. Ensayo, novela, poesía, teatro, cuentos...cualquier género es bueno para olvidarnos del paso de las horas sumergidos en sus páginas.

Quién puede concebir un mundo sin libros, sin el intenso placer de adentrarse en el reino de la palabra escrita para dejarnos envolver en ella, en las historias que nos cuenta, en las ideas que multiplican las sinapsis de nuestras neuronas. El libro es un vehículo esencial para la comunicación. No importa el soporte, si está impreso o si utiliza la tecnología más actual para editarse, lo que importa es lo que contiene, lo que transmite.

Me gustan los libros, no puedo ni quiero evitarlo, y deseo rendirles con esta breve entrada un modesto homenaje en su día (aunque para mí sean todos los días su día especial). Han sido y son de los mejores compañeros que he encontrado en mi camino y espero que sigan siéndolo por mucho tiempo más, sea cual sea su forma de difusión.

domingo, 3 de abril de 2011

MELANCOLIA Y ASTENIA




Leo en una página sobre salud lo siguiente:
“ Una de cada diez personas sufre en mayor o menor medida astenia primaveral. Este trastorno, que surge con la llegada del buen tiempo, se caracteriza por un profundo cansancio, agotamiento, decaimiento y falta de energía para realizar la actividad habitual.

 Existen dos tipos de astenia primaveral: de origen físico que se suele manifestar a través de cansancio y debilitamiento corporal, y de origen nervioso que se caracteriza porque la persona muestra un especial cansancio a la hora de realizar alguna actividad mental.”
De entre los síntomas cita la tristeza inexplicable, tono vital bajo, cansancio, debilidad muscular....

Y yo pensaba que lo mío era más una prolongación de la melancolía invernal, la que se manifiesta desde mediados del otoño (coincidiendo con la caída de la hoja) y que se va haciendo cada vez más virulenta conforme los días se acortan hasta alcanzar su cénit a comienzos del mes de enero. Pues no, hay otra cosa que se parece a la melancolía y se llama astenia.

Los que estamos tocados por el divino dedo de Saturno también somos bendecidos por Ceres y su hija Proserpina. De la melancolía a la astenia, de la tristeza a la fatiga, de la hibernación a la siesta en el sofá (cuando hay tiempo para ello). Suerte que en mi carta astral también estoy iluminada por el Sol, por el locuaz Mercurio y por el guerrero Marte, todos allí, apelotonaditos junto a Saturno, en mi primera casa, llevándome y trayéndome de un lado a otro, sin descanso....Ahora un poquito de nostalgia; más tarde simpática verborrea, mientras saltas de un lado a otro con las alas que llevas pegadas a los pies; luego un ratito de alegría y vitalidad (pero no te acostumbres que andamos escasos en el Universo) y terminas buscando desafíos, discutiendo lo indiscutible, con la ira hinchándote la vena del cuello porque el amigo del casco y el escudo te susurra al oído que de vez en cuando hay que darle caña al mono. A veces los dioses pueden ser un poquito cabroncetes.

Hubo un tiempo en el que los filósofos pensaron que la melancolía, en su justa medida, determinaba el genio artístico, por el contrario, en exceso, prometía el camino directo a la locura. También en el Renacimiento el carácter melancólico era sinónimo de genialidad y todos se vanagloriaban un poco de ello. Hoy por hoy la melancolía está relacionada con la depresión, desgraciadamente y a los que nos gusta de vez en cuando recrearnos en ella nos da cierto miedo asomarnos al abismo desde nuestro alambre suspendido en la ensoñación.

Pero sobre la astenia no hay nada simbólico, no la ampara ningún dios olímpico, ni los poetas han escrito sobre ella, ni los filósofos debaten sobre su génesis, ni los pintores la plasman sobre un lienzo....la astenia es algo científico, inventada sobre la marcha para explicar un proceso puramente orgánico, no hay lírica en la astenia, sólo ciencia. Me gusta más el dicho popular “la primavera, la sangre altera” que las explicaciones médicas sobre la astenia , porque en ese refrán se recoge mucho mejor el transcurso de la llegada de la estación supuestamente más alegre del año. La vida estalla a nuestro alrededor, las flores colorean los paisajes, lo árboles poco a poco se cubren de nuevas hojas, los animales se encelan (en esta época ir al Zoo es poco recomendable si uno no quiere verse comprometido a contestar algunas preguntas que hacen los niños), las narices de los alérgicos no paran de moquear tiñéndose de rojo, algunos lloran por los rincones y no precisamente por mal de amores sino por los niveles de polen. En fin que es verdad que la vida se altera y damos la bienvenida al sol, a los días más largos, a las terracitas de los bares, al ambientillo ese que se respira en las calles llenas de gente con ganas de desentumecer sus músculos y su cerebro después de hibernar en los interiores, como los osos y las tortugas. Y todo eso está muy bien (excepto lo de la alergia), está bien si no fuera porque algunos de nosotros padecemos la puñetera astenia y vamos arrastrando nuestro cuerpo y nuestra alma en pena por la oficina, por la casa, por la calle...incluso conduciendo (confieso que a veces me da miedo coger el coche en ese estado, doy gracias a que no hago trayectos que duren más de cinco minutos al volante).

Esto es un vivir sin vivir en uno mismo, un morir sin morirse del todo, un no sé qué que te deja temporalmente discapacitado para pensar con claridad, para tener los pies anclados en el terruño como una persona madura, para concentrarte en cualquier cosa que no sean tus propios pensamientos lánguidos y tu eterna insatisfacción. El único consuelo es que este estado de inquietud constante se pasará cuando el cuerpo se adapte a la meteorología y a los cambios naturales que están produciéndose a nuestro alrededor.