"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano" (Isaac Newton)

sábado, 19 de febrero de 2011

Ver el mundo desde el cielo





Muchas veces observo con envidia a los pájaros, lo hago a escondidas, para no espantarlos, me gusta verlos beber o darse un chapuzón en el estanque, cómo permanecen quietos sobre la rama de un árbol o simplemente cómo se mueven de un lado a otro. Me gusta su canto, sobre todo el de los mirlos que viven cerquita de mi jardín, o incluso en mi propio jardín, aunque he de decir que una vez mi perra Duna, llevada por el instinto cazador de su raza (una beagle), mató por diversión a dos polluelos de mirlo y desde entonces creo que los pájaros dejaron de anidar entre los setos, una pena. Es muy triste sentir cómo se va una pequeña vida entre tus manos, si poder hacer nada.


Me angustia ver a un pájaro dentro de una jaula, es una sensación que he tenido desde que era pequeña. Debe ser cuestión de claustrofobia, supongo. Siempre me he preguntado qué delito habrían cometido los pobres canarios, periquitos, cotorras, loros y demás especies que hay en las tiendas de animales para tenerlos entre rejas. ¿Belleza? ¿delicadeza? ¿capacidad para imitar sonidos?...Hay que ver cómo somos las personas, tratamos a los animales como objetos de decoración, somos como vampiros, ávidos de desangrar la naturaleza para saciar nuestra sed de poder sobre toda su belleza y armonía.


Se nota que la primavera se acerca, los pájaros se alborotan, buscan lugares para anidar, me encanta verles afanándose en sus construcciones, en su cortejo. El otro día en Madrid, mientras esperaba en la calle que viniera mi transporte, me entretuve observando cómo un palomo le enseñaba sus encantos a una paloma, pavoneándose sacando pecho y dando vueltas a su alrededor, con una santa paciencia...porque la paloma estaba más interesada en el trozo de pan que picoteaba que en las fanfarronadas del macho. Y pensé, aquí, en plena plaza de Atocha, plagada de contaminación, de coches que van y vienen, de gente que deambula con sus prisas y con sus rollos, hay un trozo de naturaleza. Por mucho asfalto, por mucho progreso, siempre se impone el instinto, la vida. Y ya me pueden contar que las palomas son una plaga, yo seguiré pensando que la verdadera plaga somos los seres humanos.

Me pregunto a menudo cómo será ver el mundo desde el cielo, sin necesitar de paracaídas o ala delta o cualquier otro artilugio inventado por el hombre para poder volar. Poder marcharte lejos, en un instante, sin hacer ruido y dejarte llevar por las corrientes de aire, como si fuera la corriente de un río que te arrastra...En ese juego en el que preguntan "Si fueses animal ¿qué serías?", generalmente me vienen dos animales a la cabeza , uno pertenece al dominio del bosque: el lobo y otro al dominio del cielo: el águila. Salvajes, fuertes, hermosos y libres; cualidades, para mí, bastante admirables.


Hay días, como hoy, en los que me apetece reivindicar la belleza de los pájaros. Me siento privilegiada por vivir en un lugar en el que abundan, en el que todos los años se ve cómo las especies del norte migran hacia el sur formando flechas en el cielo, en el que resulta tan reconfortante pasear y perderse en unos jardines animados por la armonía de sus trinos.

Hace poco descubrí en facebook que hay un grupo naturalista en Aranjuez dedicados a la ornitología, creo que nunca es tarde para nada y aunque sacrifiqué la biología por la historia, tengo muchísimas ganas de aprender todo lo que siempre quise saber sobre los pájaros. Me hará un poquito más feliz, seguro :-)

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