"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano" (Isaac Newton)

sábado, 19 de febrero de 2011

TEMPUS FUGIT


Acabo de terminar este libro del jovencísimo Javier Ruescas. No es que sea una maravilla pero se deja leer a gusto. Después del ladrillazo que me metí entre pecho y espalda de Pérez-Reverte necesitaba algo ligerito, que no me hiciera pensar mucho y que se leyera prácticamente solo, sin mucho esfuerzo. Me sorprende que un chaval tan joven (empezó a publicar creo recordar que con 15 años) tenga la madurez suficiente para saber hilar medianamente bien una entretenida historia. Envidia cochina la que me da, no es otra cosa.
La trama es sencilla, recrea un mundo futurista poco halagüeño donde la tierra ha sido inundada por las aguas del mar a consecuencia del cambio climático, donde las personas se trasladan de un lado a otro por cabinas de teleportación y donde una macroempresa juega sucio extrayéndole futuros a la gente. La protagonista es una adolescente con la cabeza muy bien amueblada. En fin, una fantasía futurista de literatura juvenil. De vez en cuando me complace leer libros juveniles, algunos me han sorprendido muy gratamente. ¿Será que todavía conservo algo del espíritu de los 16 años? :-)

Ver el mundo desde el cielo





Muchas veces observo con envidia a los pájaros, lo hago a escondidas, para no espantarlos, me gusta verlos beber o darse un chapuzón en el estanque, cómo permanecen quietos sobre la rama de un árbol o simplemente cómo se mueven de un lado a otro. Me gusta su canto, sobre todo el de los mirlos que viven cerquita de mi jardín, o incluso en mi propio jardín, aunque he de decir que una vez mi perra Duna, llevada por el instinto cazador de su raza (una beagle), mató por diversión a dos polluelos de mirlo y desde entonces creo que los pájaros dejaron de anidar entre los setos, una pena. Es muy triste sentir cómo se va una pequeña vida entre tus manos, si poder hacer nada.


Me angustia ver a un pájaro dentro de una jaula, es una sensación que he tenido desde que era pequeña. Debe ser cuestión de claustrofobia, supongo. Siempre me he preguntado qué delito habrían cometido los pobres canarios, periquitos, cotorras, loros y demás especies que hay en las tiendas de animales para tenerlos entre rejas. ¿Belleza? ¿delicadeza? ¿capacidad para imitar sonidos?...Hay que ver cómo somos las personas, tratamos a los animales como objetos de decoración, somos como vampiros, ávidos de desangrar la naturaleza para saciar nuestra sed de poder sobre toda su belleza y armonía.


Se nota que la primavera se acerca, los pájaros se alborotan, buscan lugares para anidar, me encanta verles afanándose en sus construcciones, en su cortejo. El otro día en Madrid, mientras esperaba en la calle que viniera mi transporte, me entretuve observando cómo un palomo le enseñaba sus encantos a una paloma, pavoneándose sacando pecho y dando vueltas a su alrededor, con una santa paciencia...porque la paloma estaba más interesada en el trozo de pan que picoteaba que en las fanfarronadas del macho. Y pensé, aquí, en plena plaza de Atocha, plagada de contaminación, de coches que van y vienen, de gente que deambula con sus prisas y con sus rollos, hay un trozo de naturaleza. Por mucho asfalto, por mucho progreso, siempre se impone el instinto, la vida. Y ya me pueden contar que las palomas son una plaga, yo seguiré pensando que la verdadera plaga somos los seres humanos.

Me pregunto a menudo cómo será ver el mundo desde el cielo, sin necesitar de paracaídas o ala delta o cualquier otro artilugio inventado por el hombre para poder volar. Poder marcharte lejos, en un instante, sin hacer ruido y dejarte llevar por las corrientes de aire, como si fuera la corriente de un río que te arrastra...En ese juego en el que preguntan "Si fueses animal ¿qué serías?", generalmente me vienen dos animales a la cabeza , uno pertenece al dominio del bosque: el lobo y otro al dominio del cielo: el águila. Salvajes, fuertes, hermosos y libres; cualidades, para mí, bastante admirables.


Hay días, como hoy, en los que me apetece reivindicar la belleza de los pájaros. Me siento privilegiada por vivir en un lugar en el que abundan, en el que todos los años se ve cómo las especies del norte migran hacia el sur formando flechas en el cielo, en el que resulta tan reconfortante pasear y perderse en unos jardines animados por la armonía de sus trinos.

Hace poco descubrí en facebook que hay un grupo naturalista en Aranjuez dedicados a la ornitología, creo que nunca es tarde para nada y aunque sacrifiqué la biología por la historia, tengo muchísimas ganas de aprender todo lo que siempre quise saber sobre los pájaros. Me hará un poquito más feliz, seguro :-)

viernes, 4 de febrero de 2011

EL ASEDIO


Asediada me tiene este pedazo libro desde hace un mes. Estoy deseando acabarlo, me quedan como unas 100 páginas y no veo el momento de cerrarlo, primero: porque sujetarlo mientras lo leo es como levantar pesas en el gimnasio, tengo el bíceps izquierdo bastante desarrollado, segundo: porque me pierdo por el Cádiz del siglo XIX (me perdería también por el actual), por lo que al desconocer la ciudad se me escapa el regustillo de deambular imaginariamente por un lugar propio (como por ejemplo el Madrid también decimonónico de "Un día de cólera"), tercero: porque se me hacen pesados los párrafos dedicados al tema marinero, cuarto: porque la historia no acaba de engancharme del todo y quinto: porque los personajes masculinos son excesivamente "masculinos", rudos, valientes, machotes...lo que se debe entender por hombres, vaya, y el femenino, Lolita Palma, no acaba de convencerme.
No digo con esto que me parezca malo el libro, Pérez-Reverte es un hacha escribiendo, no me cabe la menor duda, pero hace tiempo que no me engancha con sus novelas, lo hace intensamente con sus artículos, con la mayoría de los cuales me siento absolutamente identificada, ¡cuántas verdades dice y con qué gracia e ironía las lanza para escarnio de muchos cantamañanas!, pero sus novelas......uffffffff. Recuerdo aquella "Tabla de Flandes", o aquel "Maestro de Esgrima" o "El club Dumas", ¡qué buenas! pero a partir de "La Carta Esférica" ya no he sentido el mismo placer por su lectura, quizás es que los personajes se han hecho más rebuscados, más engreídos, más "malotes" y sin una pizca de humor, y ha dejado atrás la parte de misterio con base "sociocultural" o simbólica (el esgrima, el ajedrez, los libros, el tarot....) para adentrarse en ciertos momentos históricos con el objeto de enseñarnos la parte más miserable del ser humano.
No obstante, he comprobado que comparto con este escritor su gusto por el siglo XIX, por la historia de esa España que se está haciendo a fuerza de pelear por su identidad, sea contra el enemigo francés, sea con los enfrentamientos de los propios nacionales divididos entre la consigna liberal y la conservadora, una España sangrante, debatiéndose entre la oscuridad de la tradición religiosa y las luces de unas ideas revolucionarias que por desgracia vinieron de la mano de la invasión napoleónica. Me pregunto si esas ideas ilustradas hubieran venido a través de pensadores y educadores que no empuñaran armas ni tuvieran afán conquistador, otro gallo nos hubiera cantado (o nos habríamos cargado también a los pensadores por blasfemos y pecadores). En fin, que me quedan cien hojas nada más.