"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano" (Isaac Newton)

lunes, 25 de abril de 2011

DIA DEL LIBRO


Los libros son un refugio, un lugar en el que repostar cuando nuestro carburante vital se agota, cuando queremos descansar de tanta realidad. Abrir un libro es abrir una puerta a la ilusión, a la aventura, a la pasión, a los dilemas existenciales que habitualmente guardamos en el inconsciente; también, y sobre todo, al conocimiento intelectual y emocional. Al intelectual porque muchos ensayos nos enseñan materias que desconocemos o que sólo conocemos a medias. Al emocional porque todos y cada uno de los libros nos hablan de nosotros mismos, de los seres humanos, de sus cualidades y sus defectos, de sus grandezas y sus miserias, de las limitaciones y de las superaciones. Todos y cada uno de los libros hablan de ti, de mí, de todas las personas que nos rodean. Ensayo, novela, poesía, teatro, cuentos...cualquier género es bueno para olvidarnos del paso de las horas sumergidos en sus páginas.

Quién puede concebir un mundo sin libros, sin el intenso placer de adentrarse en el reino de la palabra escrita para dejarnos envolver en ella, en las historias que nos cuenta, en las ideas que multiplican las sinapsis de nuestras neuronas. El libro es un vehículo esencial para la comunicación. No importa el soporte, si está impreso o si utiliza la tecnología más actual para editarse, lo que importa es lo que contiene, lo que transmite.

Me gustan los libros, no puedo ni quiero evitarlo, y deseo rendirles con esta breve entrada un modesto homenaje en su día (aunque para mí sean todos los días su día especial). Han sido y son de los mejores compañeros que he encontrado en mi camino y espero que sigan siéndolo por mucho tiempo más, sea cual sea su forma de difusión.

domingo, 3 de abril de 2011

MELANCOLIA Y ASTENIA




Leo en una página sobre salud lo siguiente:
“ Una de cada diez personas sufre en mayor o menor medida astenia primaveral. Este trastorno, que surge con la llegada del buen tiempo, se caracteriza por un profundo cansancio, agotamiento, decaimiento y falta de energía para realizar la actividad habitual.

 Existen dos tipos de astenia primaveral: de origen físico que se suele manifestar a través de cansancio y debilitamiento corporal, y de origen nervioso que se caracteriza porque la persona muestra un especial cansancio a la hora de realizar alguna actividad mental.”
De entre los síntomas cita la tristeza inexplicable, tono vital bajo, cansancio, debilidad muscular....

Y yo pensaba que lo mío era más una prolongación de la melancolía invernal, la que se manifiesta desde mediados del otoño (coincidiendo con la caída de la hoja) y que se va haciendo cada vez más virulenta conforme los días se acortan hasta alcanzar su cénit a comienzos del mes de enero. Pues no, hay otra cosa que se parece a la melancolía y se llama astenia.

Los que estamos tocados por el divino dedo de Saturno también somos bendecidos por Ceres y su hija Proserpina. De la melancolía a la astenia, de la tristeza a la fatiga, de la hibernación a la siesta en el sofá (cuando hay tiempo para ello). Suerte que en mi carta astral también estoy iluminada por el Sol, por el locuaz Mercurio y por el guerrero Marte, todos allí, apelotonaditos junto a Saturno, en mi primera casa, llevándome y trayéndome de un lado a otro, sin descanso....Ahora un poquito de nostalgia; más tarde simpática verborrea, mientras saltas de un lado a otro con las alas que llevas pegadas a los pies; luego un ratito de alegría y vitalidad (pero no te acostumbres que andamos escasos en el Universo) y terminas buscando desafíos, discutiendo lo indiscutible, con la ira hinchándote la vena del cuello porque el amigo del casco y el escudo te susurra al oído que de vez en cuando hay que darle caña al mono. A veces los dioses pueden ser un poquito cabroncetes.

Hubo un tiempo en el que los filósofos pensaron que la melancolía, en su justa medida, determinaba el genio artístico, por el contrario, en exceso, prometía el camino directo a la locura. También en el Renacimiento el carácter melancólico era sinónimo de genialidad y todos se vanagloriaban un poco de ello. Hoy por hoy la melancolía está relacionada con la depresión, desgraciadamente y a los que nos gusta de vez en cuando recrearnos en ella nos da cierto miedo asomarnos al abismo desde nuestro alambre suspendido en la ensoñación.

Pero sobre la astenia no hay nada simbólico, no la ampara ningún dios olímpico, ni los poetas han escrito sobre ella, ni los filósofos debaten sobre su génesis, ni los pintores la plasman sobre un lienzo....la astenia es algo científico, inventada sobre la marcha para explicar un proceso puramente orgánico, no hay lírica en la astenia, sólo ciencia. Me gusta más el dicho popular “la primavera, la sangre altera” que las explicaciones médicas sobre la astenia , porque en ese refrán se recoge mucho mejor el transcurso de la llegada de la estación supuestamente más alegre del año. La vida estalla a nuestro alrededor, las flores colorean los paisajes, lo árboles poco a poco se cubren de nuevas hojas, los animales se encelan (en esta época ir al Zoo es poco recomendable si uno no quiere verse comprometido a contestar algunas preguntas que hacen los niños), las narices de los alérgicos no paran de moquear tiñéndose de rojo, algunos lloran por los rincones y no precisamente por mal de amores sino por los niveles de polen. En fin que es verdad que la vida se altera y damos la bienvenida al sol, a los días más largos, a las terracitas de los bares, al ambientillo ese que se respira en las calles llenas de gente con ganas de desentumecer sus músculos y su cerebro después de hibernar en los interiores, como los osos y las tortugas. Y todo eso está muy bien (excepto lo de la alergia), está bien si no fuera porque algunos de nosotros padecemos la puñetera astenia y vamos arrastrando nuestro cuerpo y nuestra alma en pena por la oficina, por la casa, por la calle...incluso conduciendo (confieso que a veces me da miedo coger el coche en ese estado, doy gracias a que no hago trayectos que duren más de cinco minutos al volante).

Esto es un vivir sin vivir en uno mismo, un morir sin morirse del todo, un no sé qué que te deja temporalmente discapacitado para pensar con claridad, para tener los pies anclados en el terruño como una persona madura, para concentrarte en cualquier cosa que no sean tus propios pensamientos lánguidos y tu eterna insatisfacción. El único consuelo es que este estado de inquietud constante se pasará cuando el cuerpo se adapte a la meteorología y a los cambios naturales que están produciéndose a nuestro alrededor.